Redes sociales. Reflexión.
- Mnemosine
- 4 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 may 2020
Hoy en la estación de trenes de San Bernardo, decidí observar durante unos minutos a la gente. Mi sorpresa fue encontrarme con: nada. Un número indefinido de cabezas bajas, con los ojos pegados en una pantalla. Dos amigas en el mismo banco, mirando probablemente lo mismo, en diferentes pantallas. Ni un cruce de palabra. Ni una sonrisa a la persona mayor que llega y se sienta a tu lado en el banco. En definitiva, solo pude observar eso: móviles. ¿Son las redes sociales el opio de nuestra era? ¿Está creciendo nuestro individualismo a partir del uso de estas? ¿Avance o retroceso?, estas son algunas de las preguntas que viajaban por mi mente observando aquella escena.
No creo estar libre de pecado, y en más de un momento he mirado mi móvil en situaciones que no lo requerían. Pero esto solo hace que quiera plantearme como afectan a nuestras relaciones interpersonales con más fuerza.
Es innegable que vivimos en una época de auge del individualismo, es decir, de esa tendencia a dar primacía al individuo y no a la colectividad, y de la misma forma, es innegable que muchos desarrollos tecnológicos que llegan hasta nuestros días no son más que leña para este fuego.
Como dicen Marqueza Consejo y María Lourdes Tapia: “La comunicación actual entre dos personas es el resultado de múltiples métodos de expresión desarrollados durante siglos. Los gestos, el desarrollo del lenguaje y la necesidad de realizar acciones conjuntas tienen un papel importante. En los últimos 150 años, y en especial en las dos últimas décadas, la reducción de los tiempos de transmisión de la información a distancia y de acceso a la información se ha convertido en uno de los retos esenciales de nuestra sociedad.”
Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería, etc, están creando una nueva forma de comunicación y relación entre las personas, que no son más que el reflejo de la rotura en las vinculaciones humanas. Una muestra de ello, es nuestra sorpresa, indiferencia o incluso susto ante algunas personas que intentan entablar una conversación cara a cara con nosotros sin conocernos, y en cambio, nuestra familiaridad y cercanía, cuando esto ocurre a través de alguna red social, a pesar de no conocer tampoco a esa persona. Es decir, nos autoconvencemos en cierto modo de que las redes sociales nos otorgan una seguridad en nuestras relaciones personales, que en realidad no pueden ofrecernos, e incluso me atrevería a decir que todo lo contrario.
Además el uso de estas redes sociales, ha fomentado la relación entre las personas y un producto, es decir, la exposición de nosotros mismos como mercancías de ciertas aplicaciones. La mercancía en este caso, es la imagen que damos de nosotros mismos. Existe una tendencia masiva a encajar en un "canon" establecido dentro de estas plataformas y que no tiene ninguna validez real. Intentamos captar la aceptación de personas ajenas a nosotros, otros productos que tampoco conocemos, para seguir desarrollándonos en estas aplicaciones.
¿Quiero decir con todo esto que no debemos relacionarnos a través de las redes? Definitivamente no, ya que estas también nos ofrecen una ampliación en nuestro campo social en cuanto a la comunicación con personas que podemos tener lejos, solo invito a la reflexión sobre nuestra forma actual de relacionarnos.

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