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El euskera.

  • Foto del escritor: Mnemosine
    Mnemosine
  • 1 dic 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 19 may 2020

Se piensa que el euskera es la lengua más antigua de Europa que aún se mantiene, y que además ha sobrevivido a largos periodos de tiempo, de cambios sociales, e incluso a las conquistas e influencias lingüísticas externas producidas dentro del territorio peninsular. No obstante, es una de las lenguas que despierta más interés debido al misterio que la rodea: es inclasificable, es decir, aún no han encontrado sus orígenes o raíces.

Muchos lingüistas creen que no está emparentada con ninguna lengua actual o histórica. Así, se han ido realizando diversas suposiciones acerca de su origen, sin llegar a una conclusión clara. La mayoría de estas suposiciones parten de buscar una vinculación del euskera con otras lenguas africanas, caucásicas, etc.



- Lenguas preindoeuropeas mediterráneas: Teoría formulada por Francesco Ribezzo, en 1920-1950, a partir del estudio de topónimos. Afirma la existencia de un sustrato común con lenguas preindoeuropeas de las cuales, el euskera sería el único superviviente. El lingüista, analizó topónimos y antropónimos de textos clásicos griegos, y encontró similitudes con las lenguas preindoeuropeas. Según él, antes de las lenguas indoeuropeas existía una lengua principal de la que derivarían las demás, euskera incluido.


- Vasco- iberismo: El origen de esta teoría, reside en Lucio Marino Sículo. Mantiene, que el euskera es el único rastro que dejaron las lenguas habladas en la Península, basándose en que el euskera y el idioma ibérico eran uno solo.


- Lenguas africanas: Entre los lingüistas partidarios de esta teoría, encontramos: Schuchardt y Mukarovsky. Esta teoría defiende la relación existente entre algunas lenguas africanas y el euskera. No obstante, estos rasgos parecidos no son suficientes para fundamentar la teoría.


- Lenguas del caucásico: Los mayores defensores de esta suposición son rusos y georgianos. René Lafon, encontró cerca de 35 correspondencias entre el euskera y las lenguas caucásicas, que mostraban que tenían la misma estructura. Es una de las teorías más “aceptada”.



Su antigüedad puede remontarse a los tiempos neolíticos, aunque existen evidencias que indican un origen aún más antiguo, e incluso podría ser una de las primeras fórmulas del lenguaje articulado. Evidentemente, esto lo convierte en un tesoro lingüístico dentro de la Península, y convierte esta lengua en una marca identitaria del pueblo vasco. En lugar de desprestigiar y desvalorizar este idioma, deberíamos aprender a valorar la riqueza y la diversidad lingüística existente en nuestro país, donde respetamos más lenguas extranjeras como el inglés, el francés o el alemán, que nuestras propias variantes regionales.


Atendiendo al artículo 3 de la Constitución Española: [Versión vigente desde 28/09/2011]

1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.

2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.

3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.


Ya en tiempos de conquistas, existía una idea totalitaria, que tenía como consecuencia la implantación de una lengua, en este caso el castellano, en los territorios conquistados. Así, encontramos un texto de 1492, donde aparecen unas declaraciones de Isabel la Católica a Elio Antonio de Nebrija: “(…) muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquellos tenían necesidad de recibir las leyes que el vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua”. Pero esto, está más relacionado con una sensación de superioridad que con el sentimiento de unidad española.

Durante el franquismo, se impuso a la fuerza un ideal nacional: España, una grande y libre. Este concepto de “unidad”, incluía la exclusión y represión de cualquier aspecto cultural que no se correspondiera con la España de los Reyes Católicos, era necesario establecer un imaginario nacional de un país unido, con una única lengua y un ideal de grandeza neocatólico.

Así, el 29 de mayo de 1937, se prohibía por primera vez el uso del euskera a través de un circular:

“Se denunciará a todo aquel que infrinja lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes del castellano.

Recibida por esta jefatura comunicación del Excmo. Señor Gobernador Militar encargando a la Guardia Cívica vigile el exacto cumplimiento de la disposición dictada que proscribe a los nacionales el uso en público de idiomas y dialectos diferentes del castellano”




Tras la muerte de Franco, se comenzaron a reconocer legalmente lenguas que hasta entonces habían sido prohibidas e incluso perseguidas. No solo tenemos la suerte de tener toda esta variedad lingüística, sino que tenemos el deber de protegerlas.

¿Pero es suficiente, el artículo 3, para el mantenimiento o desarrollo de esta lengua? No, y tampoco las medidas establecidas en los estatutos de autonomía. La UNESCO, ha clasificado el euskera como una lengua que se encuentra en una situación vulnerable, y por ello, se han puesto en marcha medidas como el Hizkuntza Indarberritzea (HINBE), en un intento de revitalizarla.

Para que estas medidas sean útiles, primero debemos acabar con la estigmatización e incluso el desprecio existente por todas las variantes lingüísticas dentro de España. Este desprecio lingüístico es algo que arrastramos desde la dictadura, ya que aún pervive en nosotros su herencia, y la creencia de que en España sí existe esa unidad, y que por tanto cualquier elemento fuera de la norma está intentando romperla.

Todas las lenguas deberían ser divulgadas y fomentadas en los territorios donde se hablan, pero enlazándolo con la conclusión de antes, para ello, debe realizarse antes un proceso de deconstrucción de ese pensamiento colonial y de supuesta unidad. Por ello, sería más práctico comenzar a hablar en las instituciones educativas sobre toda esta diversidad lingüística concentrada en el territorio peninsular: catalán, bable, euskera, gallego… y de esta forma, comenzar a concienciar de la existencia de esta realidades lingüísticas. Resulta cuanto menos curioso, que en nuestra constitución hablemos de esta variedad, pero que luego la mayoría del pueblo español la desconozca en su totalidad o mayoritariamente.

El rechazo del nacionalismo fascista a toda reivindicación de la cultura vasca, tuvo como consecuencia una vinculación del nacionalismo vasco con el euskera. Todos los pueblos deben tener derecho a expresarse libremente en su lengua, sin ser tachados o menospreciados por ello. La lengua, es un instrumento poderoso que puede convertirse en el arma de un pueblo, ya que tiene un gran peso a la hora de forjar identidades.

¿Por qué no invertimos la misma rabia y esfuerzo en defender nuestra diversidad, cómo la invertida hasta ahora mismo para todo lo contrario?


 
 
 

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